El trastorno del espectro autista (TEA) afecta actualmente a aproximadamente 1 de cada 36 niños, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Esta condición del neurodesarrollo se caracteriza principalmente por diferencias en el cerebro y el sistema nervioso, lo que influye en la forma en que los niños se comunican, interactúan y perciben el mundo. Reconocer el autismo a una edad temprana es fundamental: una detección tardía puede significar la pérdida de oportunidades de intervención durante etapas clave del desarrollo. Sin embargo, muchas de las primeras señales conductuales son sutiles y con frecuencia se descartan como «solo una etapa». Comprender estos indicadores tempranos permite a las familias buscar apoyo cuanto antes, brindando a los niños la mejor oportunidad de prosperar. Este artículo explora los comportamientos que los padres pueden pasar por alto, ayudando a diferenciar entre simples excentricidades pasajeras y posibles signos de autismo.
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